Respuesta

RESPUESTA: Francisco de Orellana, Barrio de Guápulo
GANADOR: raxo @raxo

FRANCISCO DE ORELLANA

Trujillo, España, 1511 – 1546, fue un explorador y conquistador español en la época de la colonización española de América. Participó en la conquista del imperio inca y, en lo posterior, fue nombrado gobernador en diversas poblaciones.

El 12 de febrero de 1542, fue la fecha en la que Francisco de Orellana descubrió el Amazonas. Tras un largo viaje que empezó en Quito y después de perder a muchos de sus hombres, batallar con las guerreras amazonas y navegar por aguas desconocidas, descubrió el que hoy en día es el rio más largo del mundo.

 

EL PAIS DE LA CANELA Y EL DESCUBRIMIENTO DEL RIO AMAZONAS

Las noticias acerca de la abundancia de la preciada especia en las tierras del oriente ecuatoriano se remontaban a una época anterior a la llegada de los españoles, y eran tan prometedoras como las que daban cuenta del fabuloso reino de El Dorado. El hermano pequeño del conquistador del Perú, Gonzalo Pizarro, estaba decidido a encontrar la gloria en el descubrimiento de aquel fructífero País de la Canela y con ese propósito salió de Quito en febrero de 1541 al frente de 220 españoles y 4.000 indígenas. Por su parte, Orellana intentó reunirse con él, pero al llegar a la capital tuvo conocimiento de que Gonzalo ya había partido dejando el encargo de que siguiera sus pasos.

A la cabeza de un reducido grupo de 23 hombres, Orellana se dispuso a atravesar los temibles Andes ecuatorianos. Tras recorrer la altiplanicie, comenzó una lenta y fatigosa ascensión sorteando profundas quebradas, laderas pobladas de una maleza impenetrable y pendientes rocosas desprovistas de toda vegetación. En las cumbres andinas, los expedicionarios padecieron a causa del viento gélido y sobrecogedor; más tarde, tras un penoso descenso, el calor tórrido y la atmósfera asfixiante de la selva volvieron a quebrantarles. Al fin, macilentos y diezmados, llegaban al campamento de Gonzalo con un rayo de esperanza brillándoles en los ojos.

La decepción fue enorme. El campamento no se encontraba en ningún fragante bosque de árboles de la canela, sino en una zona pantanosa e inhabitable. Hundiéndose en las ciénagas y tropezando continuamente con las gruesas raíces que alfombran la jungla, los hombres buscaron por los alrededores el codiciado producto, encontrando tan solo pequeños arbustos silvestres escuálidos y desparramados entre el follaje, de una canela casi sin aroma.

La situación se hizo insostenible. Los víveres escaseaban y los supervivientes estaban extenuados. Ante la imposibilidad de avanzar por la selva, Gonzalo Pizarro resolvió seguir el curso de un río cercano con el auxilio de un bergantín que, por supuesto, deberían construir en aquel mismo sitio. Famélicos y empapados de sudor, los hombres se apresuraron a cortar árboles, preparar hornos, hacer fuelles con las pieles de los caballos muertos y forjar clavos con las herraduras. Cuando la improvisada nave estuvo lista, comprobaron con alborozo que flotaba sobre las aguas. Había sido una tarea ímproba pero sus esfuerzos se veían, por fin, recompensados.

Gonzalo Pizarro pidió a Orellana que se embarcase con sesenta hombres y fuese río abajo en busca de alimentos, considerando que su lugarteniente podría entenderse directamente con los indígenas en caso de encontrarlos, pues conocía a la perfección sus dialectos. Navegando por los ríos Coca y Napo, el grupo de aventureros continuó la marcha durante días y días sin encontrar poblado alguno.

El hambre atenazaba sus estómagos y hubieron de devorar cueros, cintas y suelas de zapatos cocidos con algunas hierbas. Durante estas jornadas dramáticas, Orellana supo mostrarse firme y logró mantener la moral y la disciplina de sus hombres predicando con el ejemplo antes que con las palabras. Al fin, el día 3 de enero de 1542, llegaron a las tierras de un cacique llamado Aparia, que los recibió generosamente y les ofreció grandes cantidades de comida.

Cumplida la primera parte de su misión, Orellana dio las órdenes pertinentes para emprender el regreso río arriba con objeto de ir en busca de Gonzalo Pizarro, quien, según lo acordado, iba a descender lentamente por la orilla hasta encontrarse con su lugarteniente. No obstante, sus hombres se resistieron. Juzgaban que era materialmente imposible remontar la briosa corriente con su insegura nave, y que, aun cuando lo consiguiesen, no podrían cargar víveres, pues el húmedo calor de la selva los echaba a perder en pocas horas. Se negaban a sacrificar estérilmente sus vidas por obedecer una orden suicida. Orellana, convencido por estos razonamientos, se sometió a sus hombres, poniendo como condición que esperasen en aquel lugar dos o tres semanas para dar tiempo a que Gonzalo pudiese alcanzarlos.

Transcurrido un mes y puesto que no había noticias de Gonzalo Pizarro, los exploradores embarcaron de nuevo. Descendieron por las cada vez más turbulentas aguas y vieron que «el río se partía en dos». En realidad, habían llegado a la confluencia del río Napo con el Amazonas, al que bautizaron con este nombre después de tener un sorprendente encuentro con las legendarias mujeres guerreras.

 

BARRIO DE GUAPULO

En la ciudad de Quito, inmerso en un verde valle se encuentra emplazado el Santuario de Guápulo, un antiguo monasterio colonial. En medio de éste conjunto religioso se levanta la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, primer santuario mariano ecuatoriano, construido en la segunda mitad del siglo XVII, y cuya imagen fue traída a Quito por los conquistadores españoles.

Su fachada barroca incluye una elegante espadaña. Su interior decorado con estucos policromados con influencia mudéjar es de una sola nave, con planta de cruz latina presidida por una gran cúpula central. En su interior alberga un museo donde se pueden apreciar bellas obras de la Escuela Quiteña, además de vestimentas sacerdotales tejidas en hilo de oro y plata.

Es interesante destacar que en 1.539 el explorador Francisco de Orellana descubrió este valle cuando andaba en busca del país de la Canela, aventura que lo llevó a descubrir el río Amazonas. Así, un busto de este Conquistador, situado cerca de la Iglesia, recuerda su hazaña

FUENTE: www.biografiasyvidas.com, es.wikipedia.org, www.franciscodeorellana.com, www.eturismoviajes.com